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Por Davinia García

En la imagen, Lola Díaz, voluntaria en la cocina del comedor social.

Lola Díaz, voluntaria en la cocina del comedor social.

Poder sentarse a la mesa. Procurarse un plato de comida caliente y el aseo personal. Parecen ambas, cuestiones solventadas para la inmensa mayoría de la población. Comida y aseo, conforman la base de la pirámide de nuestras necesidades. Difícilmente podremos aspirar a cubrir otras carestías, emocionales, materiales, etc. si no empezamos por las básicas. Pues bien, en pleno siglo XXI y a consecuencia, en buena medida, de la difícil coyuntura económica por la que atravesamos, son muchas las personas que necesitan ayuda para comer caliente a diario. La Europa del Bienestar se da de bruces con la cruda realidad dispuesta a ser vista siempre que no se decida mirar hacia otro lado. El termómetro social pauta la acción voluntaria. Y, así, cuatro mujeres de espíritu inquieto, deciden poner en marcha el primer comedor social de nuestro municipio.

A grandes males, guisos de soluciones

Barriguita llena, corazón contento. Ésta es la premisa de la que parte la Asociación Sormarce, con domicilio en el municipio de Tacoronte, para llevar a cabo su labor. De esta forma, intentan poner solución a un problema básico de acceso al alimento que sufren muchos ciudadanos del municipio y la Comarca. Actualmente, acuden a diario al comedor de la Asociación unos diez usuarios. Estos tienen la opción de quedarse a comer allí o recoger su comida. La idea es que exista un intercambio simbólico entre la Asociación y los usuarios. Es decir, que a cambio de recibir su almuerzo, las personas puedan ayudar a mantener el comedor con pequeñas ayudas realizando reformas o haciéndose cargo del jardín. En palabras de las propias socias “la mejor opción es que ellos den algo a cambio de su comida. De esta manera, se sienten útiles, agradecidos y contribuyen a mantener el lugar”.

Sormarce nace gracias a que la casa donde trabajan le fue cedida a la Asociación. La mayor parte de sus socias acumulaban experiencia en la acción voluntaria y decidieron dar un paso más para conformar su propia entidad. Antonia Díaz (54), es la presidenta y la cocinera del comedor; Lola Díaz (44) es la encargada del ropero que actualmente se está preparando; Marcela Arias (47) es la secretaria y

Mª Auxiliadora Meneses (30) administra la página Web. Juntas conforman el equipo que trabaja a diario en Sormarce.

Sin embargo, el proyecto que plantean va más allá del uso y funcionamiento del comedor social. En palabras de Marcela Arias “ofrecer comida puede ser el gancho que atraiga a la gente, para que de verdad podamos realizar un seguimiento de la misma y llegar a ayudarles en otras facetas” La idea que mantienen es la de ampliar el número de usuarios del comedor así como diversificar la oferta. El proyecto prevé que además de recibir su comida, puedan ducharse en las instalaciones y optar al servicio de lavandería, a cambio de pequeñas ayudas en la sede. En un futuro les gustaría contar con una Trabajadora Social que asistiera de forma permanente y pudiera acercarse a las intrahistorias de cada uno de los usuarios.

“ofrecer comida puede ser el gancho que atraiga a la gente, para que de verdad podamos realizar un seguimiento de la misma y llegar a ayudarles en otras facetas”

mujeres

Marcela Arias (izqda), Mº Auxiliadora Meneses (centro) y Lola Díaz (dcha) integrantes de Sormarce

Abrir una tienda de segunda mano es otra de las acciones que prevé su proyecto. En la actualidad, ya disponen de una cantidad importante de prendas que podrán ponerse a la venta en breve. Con la puesta en marcha de la tienda, o la realización de diferentes actividades, la Asociación alcanzaría otras opciones de autogestión.

Actuar en lo local para llegar a lo global

La acción voluntaria en muchos casos resulta tan importante como difícil de ejecutar. No son pocos los proyectos arriesgados que pretenden solucionar realidades sociales que nos son tan lejanas como complejas. En este sentido, la cooperación internacional parece haberse convertido si no en la única labor voluntaria sí en la más resonada. Por ello, la iniciativa de Sormarce centrada en unas necesidades muy concretas (el alimento y el aseo) y en una ratio cercana, se desmarca en cierta medida de las formas de ayuda contemporáneas. Quizás en esa circunstancia radique su éxito. Trabajar en lo local para alcanzar objetivos globales. En opinión de las propias voluntarias “a veces las grandes organizaciones de ayuda se burocratizan, y su acción no cumple la efectividad esperada. Por ello, nosotras queremos centrar nuestra acción en una serie de actividades concretas cercanas a las necesidades reales de los destinatarios”.

Del mismo modo, se muestran partidarias de operar financieramente como una empresa, dando cuenta a los socios de sus cuentas. Algo esencial para ganarse su confianza. Sormarce ya ha comenzado a andar.

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